martes, 11 de julio de 2017

Carretera Málaga-Almería






Hoy día cuando uno viaja por la Costa del Sol, la Axarquía o  la costa granadina, se imagina bellas villas con hoteles lujosos, paseos marítimos, chiringuitos donde tomar deliciosas comidas a base de frituras de pescado o tomar una cerveza, y por supuesto darse un baño en las pacíficas aguas del mediterráneo. Nadie se imagina esa Málaga la bella, hecha una ruina por los bombardeos, esa calle Larios cubierta de ruinas, la catedral convertida en un antro repugnante donde los muertos se mezclaban con los enfermos y débiles que buscaban allí cobijo, la Alameda semi abandonada y miles de personas en una fila interminable huyendo, en un intento de salvar su vida y buscar refugio, cargando con algunas pocas cosas y tirando de niños y viejos agotados tras cientos de kilómetros de marcha, aderezada además con salvajes ataques desde el aire y el mar, desde donde se lanzan cañonazos que rompen el orden de las filas, dejando un resto de humeantes cadáveres por el camino. 




                Pues esto es lo que cuenta este libro, y lo hace en base a los testimonios recogidos por testigos de esa tragedia que por años fue ocultada y casi olvidada. Pienso que es importante no silenciar estos testimonios, que de un lado y otro de la contienda siempre nos muestran que los perdedores en todas las guerras son los ciudadanos humildes y pacíficos. Hasta ahora, este episodio de la guerra civil española apenas era mencionado de pasada en casi todos los libros que se han escrito sobre esta. Hasta el famoso pintor Picasso dio la espalda al sufrimiento de la ciudad que le vio nacer y pintó un cuadro “el Guernika” dedicado a la tragedia de la guerra en aquella ciudad, olvidándose que una tragedia mayor que esa se sufrió en el sur, en la desbandada de Málaga. 




Ha habido otros libros que incluso han llevado este título, como “la Desbandá” de Luis Melero, pero incluso este libro que basa su argumento en un niño que sobrevivió a la tragedia en la carretera Málaga-Almería, apenas profundiza en lo que realmente se vivió allí. 
Sin embargo, en este libro, Jesús Majada y sus colaboradores, han intentado mostrar todas las realidades de los perseguidos, de los ganadores y de los vencidos. Mostrando como los que huían fueron abandonados por lo que los deberían defender y atacados por los que supuestamente los venían a liberar.  

Muchos de estos testigos pronto morirán, al igual que lo están haciendo los pocos sobrevivientes del holocausto nazi, los de los Gulags soviéticos de la era de Stalin, sobrevivientes de la segunda guerra mundial, de la bomba de Hiroshima ¿Desaparecerá su recuerdo y su sufrimiento por ello? Gracias a libros como este, que se establecen como una pequeña piedra de reconocimiento y recuerdo, esperemos que no. 

Lamentablemente la historia tiende a repetirse y son desgracias como estas producidas por, guerras, calamidades continuamente salpican los noticieros en diferentes lugares del mundo, parecen como un cruel carrusel que da vueltas y nos muestra sus horrores una y otra vez. En realidad las tragedias son siempre iguales, las que se vivieron en Málaga en los años treinta, como las que vemos en Darfur, en kosovo, Ucrania, Chechenia, Siria, Irak, o Libia en tiempos más recientes.  Las hubo también en las guerras mundiales de Europa, y en todas ellas el denominador común son las huídas, las espantadas de civiles en busca de seguridad.  De alguna manera deberían servir para aprender lecciones, conseguir que no se repita más, pero mientras el mundo siga gobernado por los mismos intereses, mucho nos tememos que no se aprenderá nunca la lección. 


                Pero si para algo sirve leer este libro, es para hacernos ver lo que significa ser refugiado, lo que conlleva ser desplazado de sus casas, dejar todo y salir con lo puesto. Cuando vemos llegar pateras, y riadas de caminantes por las vías del tren en Europa, no pensemos que son solo aprovechados en busca de las riquezas del viejo continente, pues probablemente en el 90% de los casos nos equivoquemos, estas son personas que no han querido dejar sus casas, lo hacen porque no tienen más remedio. 

                En cualquier caso recomiendo la lectura de este libro, la manera de unificar los diferentes testimonios y armonizarlos en uno, colocando los sucesos en orden cronológico,  hace su lectura envolvente, emocionante y hace sentir al lector vivir con aquellas personas esa angustia y esa búsqueda, poniendo a prueba la humanidad de cada individuo.  Si además tenemos oportunidad de visitar Málaga y sus alrededores, nos hará vivir otros tiempos en los que la Costa no significó placer, sino sufrimiento, no se relacionaba con el disfrute de la vida, sino con la tragedia de la muerte.