¿Sabías
que en Corea del norte cuando naces ya cuentan que tienes un año? Esto es así
porque al parecer cuentan los meses de gestación como el primer año lunar de
vida. ¿Sabías que tienen en cada casa
dos o tres cuadros con las imágenes de los líderes las cuales deben limpiar con
frecuencia, utilizando un paño especial que el gobierno les suministra y que
practican desde niños la costumbre de denunciarse unos a otros? Un país
considerado ateo, pero donde la mayoría de sus ciudadanos buscan la guía de
pitonisas y adivinos para tomar decisiones en su vida. Está prohibida la religión,
sin embargo la adoración, los canticos y las plegarias al líder son obligatorias.
Corea
del norte es un mundo aparte de difícil asimilación en occidente, pero donde
conviven personas como cualquiera de nosotros con sentimientos y deseos, por
supuesto adaptados a un mundo aparte. Ellos aprenden desde niños que viven en
el paraíso y fuera de allí solo encontrarán un mundo un lúgubre y peligroso,
lleno de violencia, penuria y sufrimiento. Viven en una sociedad acostumbrada a
la crítica negativa, a la desconfianza y vigilancia mutua, donde los valores
revolucionarios se resumen en obediencia y creencia ciega en el líder, como el
único ser capaz de guiarles por el camino del porvenir.
¿Qué sucede si de
repente alguien intenta escapar de ese “mundo perfecto”? ¿Cómo se logran romper
las barreras físicas y humanas para escapar? De este asunto trata el libro que
he tenido el gusto de leer recientemente: "La chica de los siete nombres" de Hyeonseo Lee con ayuda del biográfo David John.
Si no fuera porque
en la contraportada se explica claramente que se trata de un libro autobiográfico que muestra
hechos reales, parecería una épica aventura surrealista en un país inventado,
un sistema imposible y una suerte de coincidencias incoherentes con la
realidad. Pero eso es así, mostrando como en el caso de Corea la realidad
supera la ficción.
Vale la pena sumergirse en las
peripecias de esta joven tranquila, pero valiente, que sin prácticamente
ninguna ayuda se aventura en un camino incierto hacia la libertad. En sus
páginas descubrimos como una indefensa
joven norcoreana se enfrenta a todas las fuerzas establecidas en su patria, en diferentes
lugares de China, en Laos, bajo amenazas, caídas en redes engañosas, y sin
embargo no se observa en el libro atisbo de odio a su vida, recelo a la tierra
que le vio nacer, tan solo ansia de libertad que es lo que mueve a la
protagonista a tener que pasar por distintas identificaciones para poder pasar
desapercibida.
Un
libro muy entretenido y sobre todo que ayuda a conocer a fondo la vida
cotidiana en uno de los lugares más extraños, ocultos y cerrados del mundo.