Son muchos los libros que tratan sobre la segunda guerra mundial, las atrocidades de los nazis en Alemania, o las batallas en Europa o el Pacífico.
Pero no muchos se detienen en un periodo que marcó el futuro de Alemania y de toda Europa, la postguerra. Curiosamente he leído dos libros sobre el tema, escritos, uno por un hombre y otro por una mujer. Ambos escritores plasmaron en sus libros una realidad poco conocida, el sufrimiento del pueblo alemán tras la derrota. A mi no me gusta juzgar si esto fue merecido o no, en realidad el pueblo siempre sufre las consecuencias de las decisiones de sus gobernantes, y muchos alemanes sufrieron la férrea dictadura de un sistema totalitario por el que pasaron años sufriendo en campos de exterminio, y cuando volvieron a sus ciudades, intentando rehacer sus vidas, sufrieron años de penurias, de humillaciones y pesares, sencillamente por haber pertenecido al país que llevó a toda Europa al abismo.
Me voy a detener en esta ocasión, en el libro de Lara Fiegel, El amargo sabor de la Victoria. Este extenso, pero interesante volumen, narra de forma apasionada, el proyecto poco conocido de algunos escritores, autores, cineastas y músicos que volvieron a su tierra, para hacer que el pacifismo y la desnazificación no fuese solo llevada a cabo solo por leyes y normas, sino por medio de la cultura.
Es un libro muy diferente de cuantos haya podido leer sobre el tema, narrado desde un punto de vista más humano, en ello se nota la visión femenina de la autora. Se centra en los detalles cercanos de los personajes que describe, su entorno familiar, sus fracasos sentimentales, sus relaciones personales, mientras va dando detalles escabrosos sobre la dura vida en las ciudades alemanas que aquellos intelectuales se vieron obligados a visitar. Todo esto descrito a medida que pasaban los meses y años, desde la llegada de los aliados, de tal manera que vas conociendo a los personajes, vas viviendo la manera como poco a poco, más lento de lo que ahora nos parece, los alemanes fueron saliendo de las cenizas hasta convertirse en lo que son hoy.
Las juicios de Nüremberg son narrados también desde esa perspectiva y si bien los aspectos técnicos, las más crudas descripciones de los hechos son suavizados para evitar el morbo al que nos tienen acostumbrados los escritores de este tipo de libros, sin embargo no por ello es un libro light en el sentido descriptivo, ni mucho menos. Es una lectura imprescindible si te quieres poner en la piel de aquellos que vivieron las penurias, el frio, el hambre y la escasez. También para conocer a muchos de aquellos intelectuales que tuvieron la oportunidad de escapar de Alemania, pero que volvieron para ayudar a recuperarla, lo que se encontraron allí les dejó una honda huella.
Se muestras los intentos y crueles proyectos de algunos políticos para convertir a Alemania en un país de campesinos analfabetos que produjeran alimentos para toda Europa y evitar con ello que volvieran a crecer. Un proyecto que con el tiempo se vio inviable e imposible, en parte porque el espíritu trabajador, industrioso de un pueblo, no se impone, sino que se puede amoldar positivamente para la paz. Pero mientras esas ideas se intentaron imponer y los sistemas encontrados y enfrentados de los diferentes aliados provocaron la división del país en bloques, mucha gente murió de hambre, de frío, de enfermedades, los siniestros acompañantes de una guerra.
Nos recuerda de alguna manera que las guerras no sirven para nada bueno, pero las postguerras sacan el lado más humano y bondadoso de los hombres y mujeres. Lamentablemente de estas situaciones apenas se aprende, pues ¡cuántas postguerras nos quedan por sufrir en el mundo! En Europa en el siglo XX se han vivido unas cuantas, en África se unen postguerras con nuevas guerras, ahora en Siria se teme lo que va a quedar.
En definitiva, el libro de Lara Fiegel es recomendable pues señala como la reeducación, necesaria e imprescindible para evitar la repetición de los hechos, fueron centrales en la futura paz, no todo fue reconstruir ciudades de entre las ruinas, sino que las artes se hicieron cruciales para modelar una forma de vida alternativa alejada del militarismo al que los alemanes parecían antes destinados.
Así que esta la considero una más que interesante lectura.