En las imágenes arriba expuestas, he colocado un breve mostrario de libros, novelas y artículos periodisticos que en su día hicieron mucho daño a la humanidad, por promover el racismo, los prejuicios y odios hacia determinadas etnias, rituales o creencias.
Ahora surge la pregunta ¿Hasta dónde debe llegar la libertad de expresión en un libro?
Es verdad
que no podemos ponerle freno a esa libertad, el pensamiento es libre, al igual
que la imaginación. La ficción está para llevarnos a situaciones que nacen de
la mente libre del autor, aunque en ocasiones se parezcan a la realidad y entremezclen
con esta. Pero yo pienso que cuando en un libro, aun siendo una novela, los
autores debemos ceñirnos a la verdad cuando aparecen reflejados lugares reales,
o cuando tratamos sobre personajes históricos, ciertos grupos religiosos, étnicos,
comunidades reales, etc.
Por ejemplo, digamos que
nuestro libro trata sobre un suceso acontecido en las comunidades calmucas que
habitan las estepas de Mongolia y hacemos una descripción de la vida, rituales
y su religiosidad. Lo normal sería documentarnos bien y exponer detalles
interesantes que se relacionen con la trama, no tenemos que explayarnos en la
vida minuto a minuto, sino aburrimos al personal. Pero más importante aún, debemos
ser verídicos en lo que exponemos. Si
ponemos en el libro, mezclada con verdades, otras cosas como, que los calmucas
hacen sacrificios de niños, a los cuales arrancan el corazón en rituales
mágicos. O relatamos con todo lujo de detalles su costumbre de castrar al hijo
primogénito cuando nace, o afirmamos que expulsan de sus tierras a los de raza
oscura que se acerquen a sus territorios, por ser terriblemente supersticiosos
y opinar que traen desgracias a su pueblo. ¿Qué conseguiríamos con esto? Pues aparte
de faltar a la verdad, no ser sinceros, ni honestos con el lector, estamos
vertiendo datos que pueden crear incluso ideas prejuiciosas contra estas
personas, que por otro lado son pacíficas y civilizadas.
Muchos conocedores de
esa cultura, nos daríamos cuenta rápido del error de documentación, o de la
mala intención del escritor. Pero lamentablemente otros no, y no todo el mundo
tiene las ganas o posibilidades de contrastar todo lo que lee. Pronto se
correría el rumor de las “costumbres salvajes” de los calmucos y algunos incluso la extrapolarían a todo el territorio de Mongolia y su gente.
En la edad media, por
ejemplo, eran comunes los libelos que se soltaban contra los judíos, entre
otras cosas se decía que tenían rituales en los que sacrificaban a niños
cristianos, y mucha gente se creía tales bulos. Hasta el siglo pasado hubo
novelas y otro tipo de libros en los que se culpaban a los judíos con una gran
cantidad de acusaciones, falsas en su mayoría. Esto provocó que millones de
personas fueran arrestadas, y luego muertas, sin que ningún vecino levantara
una queja, ni salieran en su defensa. ¿Por qué? Porque la sociedad estaba
contaminada con la funesta idea de que aquellos eran gente mala y merecían el
castigo.
Pues hoy he tenido el
disgusto de leer un libro, del cual no voy a mencionar, ni el título, ni diré
nada sobre la autora de este. No quiero darle publicidad, pues aunque el libro
está muy bien escrito y la escritora se ha esmerado en su texto, bien pulido y
con una excelente trama, el libro contiene un odio visceral hacia un grupo de
personas a las que yo conozco muy bien y vierte muchas mentiras, adjudicando
malvados métodos a gente por otro lado, pacíficas y mucho más razonables de lo
que el libro expone.
Lo hago como única forma
de protesta ante tantas falacias, insultos que rozan la calumnia, vertidas
sobre esa comunidad de personas que no se merecen tal descrédito. Creo que ante
el lector desconocedor, se crea una clase de prejuicios y odios innecesarios
que en estos tiempos tan violentos en los que vivimos, no es bueno fomentar.
Cualquiera se puede sentir libre de opinar, incluso poner en boca de sus
personajes, ideas o comentarios acordes a esa persona que se quiere mostrar,
pero el narrador, a mi modo de ver debe ser imparcial, no tomar partido, sino
dejar que el lector saque sus conclusiones sin machacar constantemente una
opinión personal, una creencia o una descreencia. Hay que dejar al lector libre
de prejuicios innecesarios. Así que no recomendaré libros, ni hablaré de autores
que nos quieran machacar con sus ideas, utilizando métodos poco éticos, como la
mentira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sientate libre de realizar algún comentario u opinión sobre esta reseña