Acabo de
terminar de leer el libro “Todo Fluye” de Vasili Grossman. Un libro que me ha
dejado marcado, es de esas lecturas que cuando la acabas, pasas unos días sin saber que más
leer, como si te dejara casi sin energías, fatigado, impotente e indignado. Pero
no indignado con el autor, ni con lo que describe en el texto, que tal como
parece está basado en hechos reales. Sino que terminas asqueado de este mundo
tan injusto, tan cruel, vivencias que son de épocas pasadas de nuestra historia
reciente, que te hacen sentir irritado, pero más aun,
cuando sabes que se están repitiendo en muchos lugares, con casi total
seguridad.
En el libro acompañamos a Ivan
Grigórievich en el viaje de retorno a su tierra, tras años de deportación en
los gulags soviéticos de Siberia y en paralelo, también nos cuenta los remordimientos de familiares y amigos que habían olvidado la existencia de Ivan, para sobrevivir en el infierno. El autor va desarrollando el relato entre
sueños, recuerdos, conversaciones y pensamientos, y nos va abriendo, sin
tapujos, todas las vivencias de esa oscura historia de penalidades del pueblo
ruso en manos de la férrea dictadura de Stalin. Detalles tan crudos, duros e
indignantes como desconocidos. Y no porque el texto sea extremadamente
descriptivo, ni se recree en el padecimiento, el morbo, la sangre, no, nada de
eso encontraremos en él, pero el efecto es como si viviéramos todo el dolor de
aquellos millones de hombres y mujeres que padecieron esa barbarie.
De alguna manera, Grossman plasma
su propia decepción al sufrir las consecuencias de un régimen en el que creía y
por el que arriesgó su vida, pero del que solo recibió el maltrato y el
ostracismo al que sometió Stalin a sus propios súbditos, esos inhumanos tratos
de los que él fue testigo. La frase que identifica este libro sería: Todo lo inhumano es absurdo e inútil, pero
lamentablemente tendemos siempre a ello.
Como reconoció el protagonista
de la novela, al que la vida le enseñó una teoría que quedó marcada en sus
huesos y con la que yo no quisiera estar de acuerdo: La violencia es eterna; por mucho que se haga para destruirla no
desaparece, solo se transforma. Lamentablemente en este sistema de cosas,
es lo que tenemos.
No recomendaría la lectura de
este libro a cualquier persona, y no porque falle la calidad del texto, está
magníficamente escrito, ni porque sea espeso en su narrar, no, tal como dice su
título, todo fluye de manera amena y la historia, salvo por los nombre rusos, es
fácil de seguir. Más bien, no lo aconsejaría a quien le gusta la lectura de evasión, porque no todo el mundo está preparado para leer
tanta realidad en 287 páginas. Pero para los que les gusta la novela histórica contemporánea,
descarnada y realista, este es un libro que nos debe hacer reflexionar, a mi me
lo hizo, sobre todo, en cómo la calidad humana siempre sale a flote, incluso en
condiciones extremas como las que describe esta magnífica obra.
Se puede obtener en papel, nuevo o de segunda mano en Amazon, al igual que la versión digital. También un poco más económico en La casa del libro
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